El viaje chamánico es una técnica para conocer dimensiones del espacio interior que trascienden los cinco sentidos físicos. Permite que la consciencia funcione en niveles de percepción distintos de los de la existencia física ordinaria. Así pues, el viaje chamánico debería ser considerado, más como un cambio de frecuencias que como una travesía por las distancias del espacio, gracias al cual la consciencia es capaz de experimentar realidades no ordinarias. Se trata de una experiencia visionaria mediante la que se puede obtener capacidad de poder personal, adquirir una nueva perspectiva y un nuevo conocimiento de las cosas, y recibir ayuda en los problemas de índole práctica propios de la vida cotidiana. Por consiguiente, la experiencia chamánica surte un efecto benéfico en todos los aspectos de la vida.
El viaje chamánico difiere de la llamada "proyección astral". Esta última es una técnica para proyectar la consciencia fuera del cuerpo físico y experimentar el reino de lo "astral". El término "astral" se deriva de la palabra "estrella", y fue ideada para describir una "sustancia" de tipo etéreo tan tenue que, comparada con la luz suave de la luna o la luz clara del sol, resultó más parecida a la pálida nebulosa que rodea a una estrella. El plano astral es la dimensión de existencia más próxima a la física. Puede ser un plano bastante conflictivo, porque la "sustancia" astral cambia constantemente de apariencia; además, lo astral es depositario de una gran cantidad de energía negativa y formas malévolas de pensamiento y de entidades astrales que, por la razón que sea, se encuentran apegadas al plano físico.
En el viaje chamánico, el "túnel" -un vórtice de energía que está en el interior- transporta a salvo la consciencia a través de lo astral, del mismo modo que el metro de las grandes ciudades evita que el viajero pase por calles repletas de muchedumbre y de tráfico para llegar a su destino sin dificultades.
Antes de describir la técnica fundamental del viaje chamánico, recordemos brevemente la cosmología del chamán, puesto que es esencial estar convenientemente orientado.
Los chamanes de los países del norte y los originarios de otras culturas tienen una concepción del cosmos en cuatro niveles principales. La realidad física que conocemos podría considerarse como el nivel "intermedio". Es el mundo de lo material, del espacio ambiental y de la apariencia física. "Bajo la superficie" de este "mundo" intermedio, se halla el reino de la actividad subconsciente, a la que a veces nos referimos por "mundo inferior". Es el ámbito de la dinámica subconsciente y en ocasiones también se le llama "el lugar de las causalidades". Es donde nuestra dinámica interna aboca a las energías a manifestarse en el "mundo" de las apariencias físicas. En donde se puede conseguir poder. El mundo inferior se solapa con los dominios de la actividad inconsciente que suele recibir el nombre de "inframundo" o "lugar de los potenciales". Encima del mundo intermedio está el reino de la consciencia superior, al que los chamanes llaman "mundo superior". Es un "lugar de inspiración", el ámbito de la creatividad, de la suprema belleza y de los ideales nobles.
En estado alterado de consciencia inducido por toques de tambor que obedecen a un ritmo chamánico, pueden percibirse y experimentarse las dimensiones espirituales de la existencia, así como se hace posible la comunicación con otras formas de vida; de ello es responsable la energía de la Fuerza de Vida que está en todas las cosas vivas. Sus respectivas potencialidades y cualidades se manifiestan a través de imágenes que poseen características de ensoñación.
EL acceso al mundo inferior se realiza por un túnel que en realidad es una abertura en un vórtice de energía situado dentro del propio sistema energético. Éste une el reino físico de la existencia "ordinaria" con una dimensión interior que oscila a una velocidad inalcanzable en el plano físico.
El acceso al mundo superior se hace mediante una escalada visionaria, y el transporte es por medio de un velo de gasa o un "tubo" invisible que se encuentra "encima de las nubes".
El "vehículo" en el que se realiza el viaje a estos otros mundos es el sonido del tambor del chamán. Sus toques regulares y monótonos que llevan a la consciencia desde la realidad de la existencia física hasta la del espíritu, y de vuelta a la anterior.
EL mismo tambor es mucho más que una caja de sonido. Simboliza todos los "mundos", ya que su armazón está hecha con el tronco de un árbol que rememora el Árbol Cósmico. EL tambor es circular para indicar la totalidad de la existencia dentro de la que todos los "mundos" pueden ser experimentados, siendo cada uno de ellos sólo un aspecto del todo. Su sonido es el de la totalidad que es capaz de crear de la nada que es la potencialidad de la existencia.
Hay tambores que tienen unas correas de cuero entrecruzadas en la base para servir de asa. A menudo imitan la forma de una telaraña de ocho tiras: las direcciones cardinales y no cardinales, los ocho radios de la Rueda Curativa, y las ocho "patas" del caballo mítico Sleipner que llevaba en sus lomos al chamán-"dios" Odín hasta el otro mundo, las ocho patas de la araña, etc.
Así pues, es el toque de tambor el que transporta sónicamente al viajero chamánico. Su ritmo monótono y regular es como el latido del corazón, y podría describirse como "el latido del universo". Este ritmo transmite una sensación de movimiento apremiante que arrastra consigo a la consciencia. El ritmo y el tono constantemente regulares del tambor chamánico pasan por el oído y llegan hasta el cerebro. Él solo se adapta para funcionar con la misma oscilación y, en consecuencia, se adentra en aspectos más profundos de la mente que permiten al chamán acceder a niveles subconscientes e, incluso, supraconscientes, mientras todavía está consciente y enteramente alerta. Así es como pueden percibirse y experimentarse las dimensiones internas de la realidad espiritual. Se trata de un estado del ser que los chamanes y los místicos conocen desde tiempos inmemoriales.
Para el caso también puede servir una cinta grabada con el sonido del tambor y el equipo necesario, es decir, un cassette y unos auriculares. Este método tiene sus ventajas porque no requiere de la presencia de un experto en tambores chamánicos, ni produce molestias a quienes viven alrededor.
Recordemos que tenemos que hacer una relajación, antes de dar paso a los tambores con los que podemos alcanzar niveles de conocimiento subconscientes y más profundos. Así, el cambio de la realidad física a la realidad espiritual se consigue sin esfuerzo. No hay que pasar por largos y arduos períodos de preparación; ni siquiera hay que "intentarlo". Todo consiste en relajarse con los tambores, dejarse llevar y no poner obstáculos para que suceda. Algunas personas experimentan un suave movimiento de subida y bajada, como ocurre en el ascensor, o una ligera sensación de balanceo, como pasa yendo en tren. Esto es debido al flujo de energía que entra y sale de la dimensión física. Hay personas que reproducen los ligeros giros y curvas del viaje por el túnel porque el canal del vórtice es una espiral.
"Dejarse llevar" no es someterse a un trance hipnótico ni quedar bajo la influencia o control de otra persona. Uno está completamente despierto y con capacidad de autogobierno en todo momento. Es usted quien decide sus acciones y reacciones, usted el que puede poner fin a la experiencia en cuanto así lo desee. Todo lo que se requiere es permanecer atento, observar y escuchar, igual que hace cuando le gusta una película. En el viaje chamánico, sin embargo, no tapamos los ojos para evitar la luz y las distracciones, y para ver con los "ojos" interiores y oír con los "oídos" interiores.
El viaje es una empresa seria y jamás hay que entrar en ella a la ligera. El chamán siempre tiene la intención clara de emprender el viaje. La primera vez, es aconsejable limitarse a conocer el túnel y contemplar el paisaje que hay al otro lado. Una vez conseguida esta parte, se puede prolongar el viaje en busca de algo interesante que "traerse de vuelta".
"Traer de vuelta" algo que se ve durante el viaje chamánico es intentar confirmar en la realidad física aquello que ha existido en la realidad no ordinaria. Significa captar la visión en un dibujo, en una reproducción, o adquiriendo un artículo que se le parezca. Es un medio de que la visión "tome tierra" y de llegar a comprender su significado y su importancia para la vida de uno.
Hay viajes que persiguen un propósito más específico y que es mejor emprender cuando ya se conozcan bien la experiencia y el territorio; son los viajes para adquirir el valor de afrontar una determinada situación, energía para ejecutar una tarea especial, sabiduría para ocuparse de un problema difícil, la determinación para conseguir una meta deseada, para descubrir un potencial o un talento oculto, para mejorar una relación personal e incluso curar una enfermedad. Antes de emprender un "viaje" es esencial considerar con el mayor cuidado lo que usted desea conseguir con esta experiencia. Generalmente, si la intención es adquirir facultades, el viaje debe ser hacia el mundo inferior, donde los niveles subconsciente e inconsciente otorgarán ese poder. Si desea recibir conocimiento o buscar orientación con respecto a un problema concreto, o bien desarrollar la creatividad, entonces el viaje debe hacerse en el mundo superior, a fin de encontrar un maestro o un guía con quien discutir el asunto a niveles superconscientes.
Ponga en claro cuál es su intención escribiéndola en un papel. Siempre debe tratarse de una sola cuestión, no una serie de asuntos; en la actividad chamánica uno tiene que centrarse en una sola cosa cada vez. Exprese su pensamiento en palabras y vaya simplificándolo hasta que lo escrito pueda resumirse en una sola frase.
La intención ha de expresarse mentalmente o en voz alta durante la relajación, antes de empezar con los tambores.
Veamos al detalle una técnica para introducirse en un estado alterado de consciencia y experimentar un viaje chamánico. Si nadie le acompaña, el sitio más conveniente es el punto de poder que ha elegido dentro de la casa. Resérvese una hora. Extienda una manta o similar para echarse en el suelo. Además del cassette, los auriculares y la cinta grabada con tambores, necesitará lo siguiente:
Un pañuelo para cubrirse los ojos
Una mezcla o un manojo de fumigación
Un platillo para quemar la mezcla de fumigación
Un sonajero
Un abanico
Una vela
Cerillas
Cuaderno y bolígrafo
Ponga la vela en la palmatoria y sitúela en un sitio donde no pueda tirarla. Encienda la vela como si lo hiciera con su luz interior, con la llama que arde dentro de usted. Con ello su espacio mental queda dispuesto para la actividad chamánica.
Prenda la mezcla o manojo de fumigación y fumíguese para limpiar el aura. Fumigue a su alrededor, aventando en todas direcciones el humo de las hierbas, mientras usted gira en el sentido de las agujas del reloj. Así habrá purificado el ambiente y dispersado toda negatividad.
Demarque sónicamente su espacio mental. El sonajero es un medio de sintonizar el ambiente con un nivel vibratorio más elevado y más apto para desarrollar con efectividad las tareas espirituales. Agitando el sonajero en las ocho direcciones, usted llama a las energías superiores y las equilibra dentro de sí. Trazando un círculo a su alrededor, agitando el sonajero a medida que da la vuelta, usted establece un globo sónico que ahuyenta las vibraciones perturbadoras y negativas.
Las ocho direcciones son:
Delante (el norte)
Detrás (el sur)
Derecha (el este)
Izquierda (el oeste)
Arriba
Abajo
Centro
Adentro
Reconociendo las direcciones, el chamán trae todas las cosas hasta su círculo de consciencia en perfecto equilibrio y armonía, y las concentra dentro de sí con amor, la gran fuerza de enlace que mantiene unido todo cuanto existe.
He aquí un ritual básico que se basa del sonajero y que puede servir de preparación para emprender la tarea que queda por delante.
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