jueves, 15 de septiembre de 2011

Nada a Pehuajó



CLIENTE - ¿Aquí es la empresa de transportes?

EMPLEADO - Sí, señor (lo mira un poco como un entomólogo a un bicho).

CLIENTE - Vea, yo tengo algunas cosas que trasladar de Buenos Aires a Pehuajó.

EMPLEADO (abriendo un gran libro) - De Buenos Aires a Pehuajó.

CLIENTE - Sí. Varios efectos personales.

EMPLEADO (anota) - Efectos. ¿Solamente efectos?

CLIENTE - Sí. Personales.

EMPLEADO - Muy bien. Si no hay más que efectos, paciencia. Siempre es lo mismo, qué le vamos a hacer.

CLIENTE (con alguna sorpresa) - Sí, son ocho valijas grandes, una mesa de luz, un cajón de libros y un mono embalsamado.

EMPLEADO (anotando) - Y un mono embalsamado.

CLIENTE - Sí, de Buenos Aires a Pehuajó.

EMPLEADO - Efectos personales.

CLIENTE - Personales.

EMPLEADO - ¿El mono también es un efecto personal?

CLIENTE - Naturalmente.

EMPLEADO (anotando) - Efecto personal.

CLIENTE - Quisiera que me hicieran en seguida el transporte.

EMPLEADO - Sí, señor. En seguida.

CLIENTE - Lo antes posible.

EMPLEADO - Sí, señor. Se puede hacer lo antes posible o lo después posible, depende del transporte que usted elija.

CLIENTE (perplejo) - ¿Yo tengo que elegir?

EMPLEADO - Por supuesto. Usted elige y nosotros fletamos.

CLIENTE - Muy bien. Voy a elegir ahora mismo.

EMPLEADO - Toda elección se hace ahora, señor. No hay elecciones

pasadas ni futuras, por lo menos en teoría.

CLIENTE (un poco abrumado) - Cierto, lo tengo leído en alguna parte. Y bueno, entonces elijo.

EMPLEADO (abriendo una carpeta) - Vamos a ver. Usted dijo ocho valijas, una mesa de luz, un cajón de luz y el antropoide, ¿no?

CLIENTE - Sí, pero no es un antropoide. Apenas un tití. Se llamaba Heriberto, nombre que le puso mi esposa que en paz descanse.

EMPLEADO - Un cajón de libros y el animal llamado Heriberto. (Consulta la carpeta). Vamos a ver. De Buenos Aires a Pehuajó... a Pehuajó... Aquí está. Para las valijas puede elegir entre transporte por perros, por tren rápido y por tren de carga.

CLIENTE - Por tren rápido, naturalmente.

EMPLEADO - El tren rápido no para en Pehuajó.

CLIENTE - ¿Entonces por qué me lo propone?

EMPLEADO - Las valijas se pueden llevar en el tren rápido hasta Bahía Blanca, y de ahí vuelven a Pehuajó por lo que usted elija: perros, tren rápido o tren de carga.

CLIENTE - Pero si el de ida no para en Pehuajó me parece un poco... Mejor el tren de carga, entonces.

EMPLEADO - ¿Usted dijo que tenía apuro?

CLIENTE - Sí, bastante.

EMPLEADO - Entonces no le aconsejo el tren de carga para las valijas, porque tardan años en llegar a Pehuajó. En cambio le conviene para la mesa de luz y el cajón de libros. Llegan en seguida.

CLIENTE - No entiendo. Si llevando las valijas...

EMPLEADO - Llevando las valijas es muy distinto que llevando la mesa de luz. Una mesa de luz es... ¿cómo le voy a decir?, es un mueble liviano. Su nombre mismo lo dice. Flota un poco, si se pone a pensarlo.

CLIENTE - ¡No flota nada! ¡A mí nunca me ha flotado una mesa de luz!

EMPLEADO - Usted dormía, a esa hora...
CLIENTE (Una pausa. Mirándolo asombrado) - ¿Y el cajón de libros, también es liviano? ¿También flota, el cajón de libros?

EMPLEADO (seco) - El cajón de libros tiene privilegio especial del Ministerio. Los libros deben llegar antes que nada. Es una cuestión de cultura. ¿Usted no lee El Correo de la Unesco?

CLIENTE (que renuncia a entender) - Bueno, está bien. Esas cosas mándelas por el tren de carga. Y las valijas mándelas... Mire, me da igual, mándelas como quiera.

EMPLEADO - Ah, eso no. Usted tiene que elegir. Le repito: se pueden mandar tren rápido, tren de carga y por perros.

CLIENTE - ¿Por qué no me aconseja el mejor sistema?

EMPLEADO - Lo mejor sería el tren, naturalmente, pero en el caso de las valijas yo le aconsejaría los perros.

CLIENTE - ¿Y qué es eso?

EMPLEADO - Perros. Tenemos muchísimos perros que llevan valijas de Buenos Aires a Pehuajó. Es un método sencillo pero sólido, de resultado más que probable.

CLIENTE - Los perros... ¿llevan las valijas?

EMPLEADO - Sí. Usted tiene ocho valijas, creo. Pienso que con tres perros por valija... es decir veinticuatro... Agregando cinco por cualquier imprevisto... Perfecto. Entonces, queda decidido. Firme esta boleta. (Sonríe satisfecho, pero se sobresalta) ¡Ah, pero todavía falta el animal embalsamado!

CLIENTE - El mono, sí.

EMPLEADO - El mono, eso es. El transporte de este mono es complicado. Usted va a tener que elegir... y realmente no es muy fácil. En fin, yo le leo la lista de medios de transporte y usted decide. El antropoide puede ser fletado por correo certificado riesgoso; por los boyscouts aprovechando la carrera de resistencia con carga entre Buenos Aires y Bahía Blanca; en camión ordinario; en camión precario; en tren rápido; en tren de carga y por perros.

CLIENTE - ¡Dios mío!

EMPLEADO - Es lo que se dice siempre. Casi me asombra que la Compañía no lo imprima al final de la lista.

CLIENTE (Retorciéndose las manos) - ¿Qué voy a hacer? ¡Es tan complicado! ¡Es tan difícil elegir!

EMPLEADO - Sí, es difícil. Y sobre todo comprometido, porque el mono puede averiarse. Yo que usted, por ejemplo, no lo mandaría por perros. Un peligro gravísimo.

CLIENTE - ¿Y entonces? (Casi llorando) ¿Qué hago, entonces?

EMPLEADO - En fin, un poco puedo ayudarlo. Lo mejor va ser que lo mande por correo certificado riesgoso.

CLIENTE - ¿Qué es eso... riesgoso?

EMPLEADO - Quiere decir que en realidad está prohibido mandar antropoides embalsamados por correo. Si le abren el paquete en alguna oficina, se acabó el transporte.

CLIENTE - ¿Y qué pasa?

EMPLEADO - No sé, supongo que le confiscan el cuadrumano, o lo devuelven al remitente con una carta amenazante. Es terrible el lenguaje que emplean. Yo casi le aconsejaría que no lo mandase. (Con un tono casi íntimo) Realmente, ¿por qué no se queda con el antropoide? ¿Por qué lo tiene que mandar a Pehuajó?

CLIENTE - Se lo mando a mi cuñado que lo quiere poner en la sala.
EMPLEADO - ¡Vea qué razón! ¿Tiene sentido molestar todo el sistema de transportes de una compañía como ésta para que su cuñado, esa perfecta basura, ponga un mono embalsamado en la sala? (Amenazante) ¿No se da cuenta del absurdo? ¿No le dan miedo las consecuencias de su acto?

CLIENTE (contrito) - Yo creía que uno puede mandar lo que quiera, siempre que pague.

EMPLEADO - ¡Lo que quiera! ¡Lo que quiera! ¡Estaríamos arreglados! Suponga que aquí viene un individuo con una estampilla del Congo Belga y pide que la expidamos a Catamarca. ¿Usted se da cuenta del lío en que nos mete? ¿No sabe que para fletar una estampilla usada hay por lo menos treinta y seis maneras, sin contar los perros, y todas precarias?

CLIENTE - Sí, pero...

EMPLEADO - ¡No, señor, es que en el mundo reina la inconsciencia! ¡La gente dispone de las empresas y de los servicios públicos con un cinismo horrible! Vea ese tipo que se ha sentado ahí (señala hacia el Defensor, que ha alzado la mano y hace señas al Mozo II). ¿Usted tiene una idea de lo que va a pasar? El individuo ha entrado con el desparpajo más absoluto, se ha instalado en una mesa, fastidiando al mozo que se le acerca, pobre hombre cubierto de hijos y de horas de trabajo, y ahora va a ver que ese desconsiderado ¡le va a pedir un CAFÉ!

EL DEFENSOR - Un café.

MOZO II - ¡Aaah! (Cae desmayado)

EMPLEADO - ¿Ve? Se lo decía. Ahora esta noche en el hogar de ese pobre obrero va a reinar el dolor más profundo. Y no se puede impedir, eso es lo malo. No se puede hacer absolutamente nada para impedirlo.

CLIENTE - Pero ese señor no hizo más que...

EMPLEADO - ¿Qué sabe usted lo que verdaderamente hizo? Usted vio el final de la cuenta, el resultado. Pero todas las cifras amontonadas, las columnas y columnas (con énfasis, alzando progresivamente la voz) y columnas y columnas...

EL ARQUITECTO (Que dibuja en el aire con las dos manos, coincidiendo con las últimas palabras del Empleado) - Y ahora otra, y otra, y otra, y eso se llama el Partenón.

SEÑORA - ¡Qué regio! (pronuncia "rágio")

EL ARQUITECTO (cortando su efusión, con tono seco y mecánico) - Es muy desagradable que en este lugar los mozos se desmayen a cada rato. (El Maître y el Mozo I ayudan a levantarse al Mozo II, que reanuda su trabajo).

SEÑORA - Parecería que hay un cierto mefitismo en el ambiente.

EL ARQUITECTO - Serán los "hors d'oeuvre". La predominancia del salmón sobre el escalope.

SEÑORA - Y el gusto por el encierro, créame. No como el Partenón, tan ventilado...

(incluído en "Adiós, Robinson y otras piezas breves") Julio Cortazar

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