lunes, 29 de agosto de 2011

Lobo estepario II

Quien no lleva dentro un lobo, no tiene por eso que ser feliz tampoco. Y hasta la vida más desgraciada tiene también sus horas luminosas y sus pequeñas flores de ventura entre la arena y el peñascal. Y esto ocurría también al lobo estepario. Por lo general era muy desgraciado, eso no puede negarse, y también podía hacer  desgraciados a otros, especialmente si los amaba y ellos a él. Pues todos los que le  tomaban cariño, no veían nunca en él más que uno de los dos lados. Algunos le querían como hombre distinguido, inteligente y original y se quedaban aterrados y defraudados cuando de pronto descubrían en él al lobo. Y esto era irremediable, pues Harry quería, como todo individuo, ser amado en su totalidad y no podía, por lo mismo, principalmente ante aquellos cuyo afecto le importaba mucho, esconder al lobo y repudiarlo. Pero también había otros que precisamente amaban en él al lobo, precisamente a lo espontáneo, salvaje, indómito, peligroso y violento, y a éstos, a su vez, les producía luego extraordinaria decepción y pena que de pronto el fiero y perverso lobo fuera además un hombre, tuviera dentro de sí afanes de bondad y de dulzura y quisiera además escuchar a Mozart, leer versos y tener ideales de humanidad.

viernes, 26 de agosto de 2011

Azul no




Ella me llamo desde lejos,
"nunca podía discutir con vos",
me dijo.

"Siempre te ibas
mi esposo no es así,
se me pega como plasticola.
y me golpea".

"Nunca creí en las discusiones",
    dije,
"no hay nada que discutir".

"Estás equivocado", dijo ella,
"deberias
tratar de comunicarte".

"Comunicar es una palabra abusada, como
amor",
 le dije.

"¿Pero no crees que dos personas pueden
amar?", preguntó.

"No si tratan de comunicarse",
le contesté.

"Estás hablando como un huevón",
dijo ella.
"estamos discutiendo",
dije,

"No", dijo ella, "estamos tratando de
comunicarnos".

"Me tengo que ir",
dije,

Corte y descolgué el teléfono.
me quedé mirándolo.


Lo que ellas no entendían era que
a veces no hay nada que salvar
excepto la reivindicación personal del
propio punto de vista
y que eso era lo que iba a causar
ese flash blanco y cegador
uno de estos días.

Charles Bukowski

jueves, 25 de agosto de 2011

La voz del Diablo



Todas las Biblias o códigos sagrados han sido la causa de los errores siguientes:
1.- Que el hombre posee dos principios reales de existencia: un cuerpo y un alma.
2. - Que la Energía, llamada Mal, no procede sino del cuerpo; y que la razón, llamada Bien, no procede sino del alma.
3. - Que Dios atormentará al hombre durante la Eternidad por haber seguido sus energías.


Pero los siguientes contrarios son verdaderos:
1. - El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma. Aquello que llamamos cuerpo es una porción de alma percibida por los cinco sentidos, pasajes principales del alma en esta edad.
2. - La Energía es la única vida, y procede del cuerpo; y la Razón es el límite o circunferencia de la energía.
3. - Energía, delicia eterna.


William Blake

miércoles, 24 de agosto de 2011

Los Amantes






¿Quién los ve andar por la ciudad
si todos están ciegos ?
Ellos se toman de la mano: algo habla
entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges,
y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva
hacia muertes de césped, hacia puertos
que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos,
todo encuentra su cifra escamoteada;
pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena
hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura,
empiezan a salir los ciegos,
el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan
una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.
Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos,
que la ciudad los recupera hipócrita
y les impone los deberes cotidianos.

Julio Cortázar

miércoles, 17 de agosto de 2011

El laberinto de la soledad


A  TODOS, en algún momento, se nos ha revelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso. Casi siempre esta revelación se sitúa en  la adolescencia. El descubrimiento de nosotros mismos se manifiesta como un sabernos solos; entre el mundo y nosotros se abre una impalpable,  transparente muralla: la de nuestra conciencia. Es cierto que apenas nacemos nos sentimos solos; pero niños y adultos pueden trascender su soledad y olvidarse de sí mismos a través de juego o trabajo. En cambio, el adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud, queda suspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. El adolescente se asombra de ser. Y al pasmo sucede la reflexión: inclinado sobre el río de su conciencia se pregunta si ese rostro que aflora lentamente del fondo, deformado por el agua, es el suyo. La singularidad de ser — pura sensación en el niño— se transforma en problema y pregunta, en conciencia interrogante.


Octavio Paz - El laberinto de la soledad